Ciencias
Sociales 7mo Grado
Actividad Nº 22
¡Muy buenas tardes estudiantes de 7mo grado!
Para comenzar, les comento que vamos a realizar una investigación profunda
sobre nuestro gran prócer el General José de San Martín.
Les envío este texto y los links
para que comencemos con nuestro trabajo.
1)
Leer el texto y observar los vídeos. Tomar nota de
los datos relevantes, especialmente, enfocándose en aspectos referidos a la
personalidad de San Martín.
2)
Las escrituras realizadas no deben pasarlas en
limpio, ya que con las mismas realizaremos un trabajo de escritura final en los
próximos días.
Esta semana trabajaremos a José de San
Martín, figura muy importante en el proceso de revolución y guerras que tuvo
lugar en América Latina a lo largo de la década de 1810 y comienzos de la
década de 1820. Este proceso es fundamental para las identidades
latinoamericanas porque culminó con la independencia de gran parte de los
territorios que habían sido colonias del Imperio Español.
José Francisco de San Martín y
Matorras nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú (actual provincia de
Corrientes, en ese entonces parte del Virreinato del Río de la Plata). A los
seis años José de San Martín partió con su familia a vivir a España donde
estudió y se formó como militar en el ejército español.
En 1812 regresó al Río de la Plata,
interesado en participar del proceso emancipatorio que se había iniciado en la
Revolución de Mayo de 1810.
Fue el creador del cuerpo de caballería
“Regimiento de Granaderos a Caballo”. Con ese regimiento peleó contra las tropas
“realistas” (aquellas formadas por las y los defensores del Imperio Español) en
el combate de San Lorenzo ocurrido en 1813. Luego, se destacó fundamentalmente por
llevar a cabo un plan emancipador continental, dado que pensaba que la
independencia en el Río de la Plata no estaría garantizada hasta no derrotar al
último foco del gobierno español en la totalidad del continente americano. Con
ese fin, en 1817 ideó el Cruce de los Andes, con el que contribuyó a la
liberación de Chile. Luego, en 1820, se dirigió hacia el Perú, para lograr allí
también la independencia. Es por todos estos sucesos que se le recuerda como “Padre
de la Patria” y como “Libertador de América”.
Luego de haber participado en el
proceso emancipatorio de América Latina, se radicó en Europa. Falleció el 17 de
agosto de 1850, en su casa de Boulogne-Sur-Mer (Francia).
Una lucha colectiva
José de San Martín no sería recordado
como el Padre de la Patria y como Libertador de América si otras personas no
hubieran luchado junto con él para derrotar a las y los realistas, logrando así
que las colonias hispanoamericanas dejaran de pertenecer al Imperio Español y
pudieran ser soberanas. Otras reconocidas figuras, así como miles de mujeres y
hombres anónimos, contribuyeron con distintas acciones, no solamente armadas, a
la liberación de los territorios latinoamericanos.
Los soldados que participaron en las
guerras por la Independencia no eran militares de carrera, es decir, no eran
profesionales. Fue el pueblo en armas el que peleó contra las tropas realistas.
Participaron miembros de los sectores populares: campesinos pobres y personas de
la plebe urbana, constituida mayoritariamente por morenos, pardos, mestizos y
comunidad de pueblos originarios. Estos hombres fueron siempre soldados rasos
(el escalafón más bajo dentro de los ejércitos). También formaron parte de los
ejércitos libertadores miembros de la élite, que sirvieron en general como oficiales.
Muchas familias perdieron integrantes, fallecidos en los campos de batalla.
Esas pérdidas hicieron que muchas mujeres tuvieran que sostener económicamente
solas sus hogares, además de continuar realizando las tareas domésticas y de cuidados
de niñas y niños. El pueblo realizó también grandes esfuerzos económicos para
sostener el proceso emancipatorio
Recursos para llevar
adelante el plan
Para organizar el ejército se precisaban
recursos de todo tipo. Agotados los recursos económicos de la provincia de
Mendoza, San Martín solicitó un préstamo de dinero al vecindario. El Cabildo
fue el encargado de recaudarlo. Para que las y los prestamistas no causaran
dificultades para entregar el dinero, se les garantizó la devolución del préstamo
con una hipoteca sobre los vinos y aguardientes de la provincia. También se
tomó la limosna recolectada por la comunidad religiosa de la Merced, así como
los diezmos a que estaba obligado el vecindario. Desde el gobierno se
impusieron empréstitos forzosos, contribuciones de guerra y multas a las
enemigas y los enemigos de la causa emancipadora, que no faltaban,
especialmente entre las españolas nativas y los españoles nativos. Una
chacarera fue condenada a entregar gratuitamente diez docenas de zapallos para
los soldados “por haber hablado contra la patria”. También se aplicaron multas
a un vecino, “miembro de una familia de noble estirpe”, por haber ocultado la
edad de un esclavo de su propiedad para evitar que ingresara en el ejército.
Las estancieras y los estancieros que poseían caballos fueron convocadas y
convocados para colaborar. Luego de recibir el aviso, debían reunir en corrales
o potreros toda la caballada de sus estancias. Una vez reunidos, los animales
eran inspeccionados por un enviado del gobierno, quien firmaba un documento en
acuerdo con las propietarias y los propietarios de los caballos para recibir
por ellos la mitad del dinero en efectivo. La adhesión entusiasta de muchas y muchos
habitantes para llevar adelante el plan de San Martín, contribuyó también con
incesantes donaciones y servicios voluntarios: animales de monta y carga o para
el consumo, cueros, ponchos, muebles, ropa interior y de abrigo, arreo y
custodia del ganado, pastoreo del mismo en las dehesas privadas.
Compartan en familia una reflexión
sobre la siguiente frase:
“José de San Martín no sería recordado como el
Padre de la Patria y como Libertador de América si otras personas no hubieran
luchado junto con él para derrotar a las y los realistas, logrando así que las
colonias hispanoamericanas dejaran de pertenecer al Imperio Español y pudieran
ser soberanas”.
San Martín jugador
de ajedrez
El Libertador fue un eximio jugador de ajedrez. Así lo
narró el general Jerónimo Espejo, partícipe del cruce de los Andes: "El ajedrez,
ese juego generalmente reputado de carácter militar, que según se sabe era
recomendado y aun prescrito por Napoleón el Grande, San Martín lo desempeñaba
bien aventajadamente. Era muy entendido, además, en "El Centinela" y
"La campaña", juegos rigurosamente guerreros que estuvieron en gran
boga en Europa. Probablemente aprendió a jugar en el Seminario de nobles de
Madrid, o entre sus camaradas en las primeras campañas; pero tampoco sería
aventurado creer, que, algunas ocasiones, los ejercitara en la misma Europa,
con los encopetados militares que lo distinguieron con su predilección y su
confianza. Estos juegos eran su entretenimiento favorito, el ajedrez en especial.
San Martín y la
música
San Martín tuvo también formación musical. Prefirió la "plebeya"
guitarra, cuyos rudimentos pudo aprender en los campamentos militares, pero su
técnica la perfeccionó nada menos que con el compositor e intérprete Fernando
Sor que vivió entre 1778 y 1839. Su obra "Estudios", es la base de la
formación de todo guitarrista aún en la actualidad y cuyos méritos le valieron
el apodo de "Beethoven de la guitarra".
Cabe destacar que éstos compositores de importancia, en
general no aceptaban a cualquier alumno, por lo cual, las dotes musicales del
Libertador deben haber sido notables.
San Martín cultivó y gustó de su arte. El coronel Félix
de Olazábal cuenta en sus memorias que "después de elaborar un plan de
combate, trazando mapas y otros elementos necesarios, pedía la guitarra a su
asistente y así tonificaba su espíritu en la intimidad de su alma. Las bandas que
acompañaron al general San Martín
El Ejército de los Andes contó con dos bandas más o menos
completas, en los batallones nº 8 y 11 de los Andes.
El músico chileno José Zapiola cuenta que en 1817 entró
en Santiago el Ejército que a las órdenes de San Martín había triunfado en
Chacabuco. Traía dos bandas regularmente organizadas, sobresaliendo la del
batallón Nº 8, compuesta en su totalidad de morenos africanos y criollos
argentinos. Estas bandas eran superiores a la única que tenían los realistas en
el batallón Chiloé.
La banda de los
morenos
En 1810, un rico hacendado de Mendoza, don Rafael Vargas,
había adquirido en Buenos Aires 16 esclavos y los envió a estudiar música.
Provistos de uniformes e instrumentos, animaban las
fiestas y reuniones privadas de su amo, así como algunas festividades públicas.
Rafael Vargas donó al Ejército de los Andes la banda
completa, con vestuarios e instrumentos. Los esclavos incorporados ganaban su
libertad.
Las bandas del Ejército
de los Andes
Las bandas acompañaron al Ejército en el paso de los
Andes y desde la cuesta del Valle Hermoso, a la vista del territorio chileno,
fueron las ejecutantes de nuestro Himno Nacional, que resonó en Chile como
anuncio de su libertad.
El 22 de julio de 1817, San Martín y O'Higgins fundaron
en Santiago una Academia de Música, dirigida por el teniente Antonio Martínez,
que contó en un principio con 50 alumnos, provista con instrumentos traídos de
Londres y Estados Unidos.
El repertorio de las bandas del Ejército de los Andes
incluía danzas populares como la Sajuriana, el Cielito y el Cuando y también
valses.
San Martín el
abuelo: Una anécdota
Su hija y su nieta se llamaban Mercedes.
Merceditas entró llorando en la habitación donde se encontraba
el abuelo, lamentándose de que le habían roto su muñeca preferida y de que ésta
tenía frío. San Martín se levantó, sacó del cajón de un mueble una medalla de
la pendía una cinta amarilla y, dándosela a la nieta, le dijo: - Toma, ponle
esto a tu muñeca para que se le quite el frío. La niña dejó de llorar y salió
de la habitación. Un rato después entró la hija del prócer, madre de
Merceditas, y dijo a San Martín: - Padre, ¿no se ha fijado usted en lo que le
dio a la niña? Es la condecoración que el gobierno de España dio a usted cuando
vencieron a los franceses en Bailén. San Martín sonrió con aire bonachón y
replicó. - ¿Y qué? ¿Cuál es el valor de todas las cintas y condecoraciones si
no alcanzan a detener las lágrimas de un niño?
San Martín carpintero
y jardinero
Era muy buen carpintero y ebanista. Esto lo practicó
durante su exilio. Fabricaba mueblecitos para las muñecas de sus nietas a
quienes dejaba llamarlo “el cosaco” por un gorro que usaba cuando trabajaba.
También practicó jardinería y horticultura en su casa de
Grand Bourg, muy cerca de París, por entonces una zona casi campestre. Allí se
dedicaba junto a sus nietas al cultivo de flores, plantas y hortalizas que
abastecían a la familia. Estaba muy atento a la llegada de la primavera luego de
los hostiles inviernos parisinos, temiendo por la suerte de sus cultivos.
Más datos sobre
nuestro prócer
Su comida preferida era el asado, que casi siempre comía
con un sólo cubierto: el cuchillo. Era muy hábil en comer así. Solía morder un
pedazo de carne, y como los paisanos, cortaba el sobrante con un cuchillo
afilado. ¡Había quienes se maravillaban que no se cortara la nariz!
No le gustaba el mate. Pero era un apasionado del café. Y
como era muy "pillo", conocedor íntimo del alma del soldado, para no
"desairar" a sus muchachos, tomaba café con mate y bombilla.
Conocía mucho de vinos. Y podía reconocer su origen con
sólo saborearlo.
Era un empedernido fumador de tabaco negro, que el mismo
picaba, para luego prepararse sus cigarros.
Era muy buen jugador de ajedrez, y realmente era muy
difícil ganarle.
Se remendaba su propia ropa. Era habitual verlo sentado
con aguja e hilo, cosiendo sus botones flojos o remendando un desgarro de su
capote, el cual, abundaba de ellos.
Usaba sus botas hasta casi dejarlas inservibles. Más de
una vez las mandaba a algún zapatero remendón, para que les hagan taco y suela
nuevos.
Predicaba con el ejemplo. El mismo enseñaba el manejo de
cada una de las armas, como lo atestiguan las melladuras del filo de su Corvo,
inigualable instrumento de enseñanza de la esgrima. Y jamás, daba una orden a
sus subordinados, que él mismo no pudiera cumplir.
Su palabra era santa, y para sus hombres era ley.
Era muy buen pintor de marinas. Él mismo decía que si no
se hubiera dedicado a la milicia, bien podría haberse ganado la vida pintando
cuadros.
Era muy buen guitarrista, habiendo estudiado en España
con uno de los mejores maestros de su época.
Hablaba inglés, francés, italiano, y obviamente español,
con un pronunciado acento andaluz.
Tenía la costumbre de aparecerse por el rancho, y pedirle
al cocinero que le diera de probar la comida que luego comería la tropa. Quería
saber si era buena la comida de sus muchachos. Y allí mismo, en la cocina, la
comía de parado. Luego de comer, dormía una siesta corta, de no más de una
hora, para luego levantarse y volver al trabajo.
Aquella famosa frase Sanmartiniana que dice: "De lo
que mis Granaderos son capaces, sólo lo sé yo. Quién los iguale habrá, quién
los exceda, no", originalmente era "De lo que mis muchachos son
capaces...".
En Campaña, era el último en acostarse, después de
cerciorarse que todos los puestos de guardia estuviesen cubiertos, y el resto
de la tropa descansando. Y para cuando empezaba a clarear el sol en el
horizonte, hacía rato que el General contemplaba el alba.
Fuente: “La voz del Gran Jefe”, Felipe Pigna EL SAN
MARTÍN QUE NO CONOCEMOS.
Texto de Adrián Santos
Los videos se pueden observar en los siguientes links: