lunes, 3 de agosto de 2020

ACTIVIDAD Nº 22 DE Ciencias Sociales


Ciencias Sociales                                                               7mo Grado

Actividad Nº 22

¡Muy buenas tardes estudiantes de 7mo grado!

Para comenzar, les comento que vamos a realizar una investigación profunda sobre nuestro gran prócer el General José de San Martín.

 Les envío este texto y los links para que comencemos con nuestro trabajo.

1)    Leer el texto y observar los vídeos. Tomar nota de los datos relevantes, especialmente, enfocándose en aspectos referidos a la personalidad de San Martín.

2)    Las escrituras realizadas no deben pasarlas en limpio, ya que con las mismas realizaremos un trabajo de escritura final en los próximos días.

Esta semana trabajaremos a José de San Martín, figura muy importante en el proceso de revolución y guerras que tuvo lugar en América Latina a lo largo de la década de 1810 y comienzos de la década de 1820. Este proceso es fundamental para las identidades latinoamericanas porque culminó con la independencia de gran parte de los territorios que habían sido colonias del Imperio Español.
José Francisco de San Martín y Matorras nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú (actual provincia de Corrientes, en ese entonces parte del Virreinato del Río de la Plata). A los seis años José de San Martín partió con su familia a vivir a España donde estudió y se formó como militar en el ejército español.
En 1812 regresó al Río de la Plata, interesado en participar del proceso emancipatorio que se había iniciado en la Revolución de Mayo de 1810.
Fue el creador del cuerpo de caballería “Regimiento de Granaderos a Caballo”. Con ese regimiento peleó contra las tropas “realistas” (aquellas formadas por las y los defensores del Imperio Español) en el combate de San Lorenzo ocurrido en 1813. Luego, se destacó fundamentalmente por llevar a cabo un plan emancipador continental, dado que pensaba que la independencia en el Río de la Plata no estaría garantizada hasta no derrotar al último foco del gobierno español en la totalidad del continente americano. Con ese fin, en 1817 ideó el Cruce de los Andes, con el que contribuyó a la liberación de Chile. Luego, en 1820, se dirigió hacia el Perú, para lograr allí también la independencia. Es por todos estos sucesos que se le recuerda como “Padre de la Patria” y como “Libertador de América”.
Luego de haber participado en el proceso emancipatorio de América Latina, se radicó en Europa. Falleció el 17 de agosto de 1850, en su casa de Boulogne-Sur-Mer (Francia).

Una lucha colectiva

José de San Martín no sería recordado como el Padre de la Patria y como Libertador de América si otras personas no hubieran luchado junto con él para derrotar a las y los realistas, logrando así que las colonias hispanoamericanas dejaran de pertenecer al Imperio Español y pudieran ser soberanas. Otras reconocidas figuras, así como miles de mujeres y hombres anónimos, contribuyeron con distintas acciones, no solamente armadas, a la liberación de los territorios latinoamericanos.
Los soldados que participaron en las guerras por la Independencia no eran militares de carrera, es decir, no eran profesionales. Fue el pueblo en armas el que peleó contra las tropas realistas. Participaron miembros de los sectores populares: campesinos pobres y personas de la plebe urbana, constituida mayoritariamente por morenos, pardos, mestizos y comunidad de pueblos originarios. Estos hombres fueron siempre soldados rasos (el escalafón más bajo dentro de los ejércitos). También formaron parte de los ejércitos libertadores miembros de la élite, que sirvieron en general como oficiales. Muchas familias perdieron integrantes, fallecidos en los campos de batalla. Esas pérdidas hicieron que muchas mujeres tuvieran que sostener económicamente solas sus hogares, además de continuar realizando las tareas domésticas y de cuidados de niñas y niños. El pueblo realizó también grandes esfuerzos económicos para sostener el proceso emancipatorio


Recursos para llevar adelante el plan

Para organizar el ejército se precisaban recursos de todo tipo. Agotados los recursos económicos de la provincia de Mendoza, San Martín solicitó un préstamo de dinero al vecindario. El Cabildo fue el encargado de recaudarlo. Para que las y los prestamistas no causaran dificultades para entregar el dinero, se les garantizó la devolución del préstamo con una hipoteca sobre los vinos y aguardientes de la provincia. También se tomó la limosna recolectada por la comunidad religiosa de la Merced, así como los diezmos a que estaba obligado el vecindario. Desde el gobierno se impusieron empréstitos forzosos, contribuciones de guerra y multas a las enemigas y los enemigos de la causa emancipadora, que no faltaban, especialmente entre las españolas nativas y los españoles nativos. Una chacarera fue condenada a entregar gratuitamente diez docenas de zapallos para los soldados “por haber hablado contra la patria”. También se aplicaron multas a un vecino, “miembro de una familia de noble estirpe”, por haber ocultado la edad de un esclavo de su propiedad para evitar que ingresara en el ejército. Las estancieras y los estancieros que poseían caballos fueron convocadas y convocados para colaborar. Luego de recibir el aviso, debían reunir en corrales o potreros toda la caballada de sus estancias. Una vez reunidos, los animales eran inspeccionados por un enviado del gobierno, quien firmaba un documento en acuerdo con las propietarias y los propietarios de los caballos para recibir por ellos la mitad del dinero en efectivo. La adhesión entusiasta de muchas y muchos habitantes para llevar adelante el plan de San Martín, contribuyó también con incesantes donaciones y servicios voluntarios: animales de monta y carga o para el consumo, cueros, ponchos, muebles, ropa interior y de abrigo, arreo y custodia del ganado, pastoreo del mismo en las dehesas privadas.

Compartan en familia una reflexión sobre la siguiente frase:

“José de San Martín no sería recordado como el Padre de la Patria y como Libertador de América si otras personas no hubieran luchado junto con él para derrotar a las y los realistas, logrando así que las colonias hispanoamericanas dejaran de pertenecer al Imperio Español y pudieran ser soberanas”.

 San Martín jugador de ajedrez

El Libertador fue un eximio jugador de ajedrez. Así lo narró el general Jerónimo Espejo, partícipe del cruce de los Andes: "El ajedrez, ese juego generalmente reputado de carácter militar, que según se sabe era recomendado y aun prescrito por Napoleón el Grande, San Martín lo desempeñaba bien aventajadamente. Era muy entendido, además, en "El Centinela" y "La campaña", juegos rigurosamente guerreros que estuvieron en gran boga en Europa. Probablemente aprendió a jugar en el Seminario de nobles de Madrid, o entre sus camaradas en las primeras campañas; pero tampoco sería aventurado creer, que, algunas ocasiones, los ejercitara en la misma Europa, con los encopetados militares que lo distinguieron con su predilección y su confianza. Estos juegos eran su entretenimiento favorito, el ajedrez en especial.

San Martín y la música

San Martín tuvo también formación musical. Prefirió la "plebeya" guitarra, cuyos rudimentos pudo aprender en los campamentos militares, pero su técnica la perfeccionó nada menos que con el compositor e intérprete Fernando Sor que vivió entre 1778 y 1839. Su obra "Estudios", es la base de la formación de todo guitarrista aún en la actualidad y cuyos méritos le valieron el apodo de "Beethoven de la guitarra".
Cabe destacar que éstos compositores de importancia, en general no aceptaban a cualquier alumno, por lo cual, las dotes musicales del Libertador deben haber sido notables.
San Martín cultivó y gustó de su arte. El coronel Félix de Olazábal cuenta en sus memorias que "después de elaborar un plan de combate, trazando mapas y otros elementos necesarios, pedía la guitarra a su asistente y así tonificaba su espíritu en la intimidad de su alma. Las bandas que acompañaron al general San Martín
El Ejército de los Andes contó con dos bandas más o menos completas, en los batallones nº 8 y 11 de los Andes.
El músico chileno José Zapiola cuenta que en 1817 entró en Santiago el Ejército que a las órdenes de San Martín había triunfado en Chacabuco. Traía dos bandas regularmente organizadas, sobresaliendo la del batallón Nº 8, compuesta en su totalidad de morenos africanos y criollos argentinos. Estas bandas eran superiores a la única que tenían los realistas en el batallón Chiloé.

La banda de los morenos

En 1810, un rico hacendado de Mendoza, don Rafael Vargas, había adquirido en Buenos Aires 16 esclavos y los envió a estudiar música.
Provistos de uniformes e instrumentos, animaban las fiestas y reuniones privadas de su amo, así como algunas festividades públicas.
Rafael Vargas donó al Ejército de los Andes la banda completa, con vestuarios e instrumentos. Los esclavos incorporados ganaban su libertad.

Las bandas del Ejército de los Andes

Las bandas acompañaron al Ejército en el paso de los Andes y desde la cuesta del Valle Hermoso, a la vista del territorio chileno, fueron las ejecutantes de nuestro Himno Nacional, que resonó en Chile como anuncio de su libertad.
El 22 de julio de 1817, San Martín y O'Higgins fundaron en Santiago una Academia de Música, dirigida por el teniente Antonio Martínez, que contó en un principio con 50 alumnos, provista con instrumentos traídos de Londres y Estados Unidos.
El repertorio de las bandas del Ejército de los Andes incluía danzas populares como la Sajuriana, el Cielito y el Cuando y también valses.


 San Martín el abuelo: Una anécdota

Su hija y su nieta se llamaban Mercedes.
Merceditas entró llorando en la habitación donde se encontraba el abuelo, lamentándose de que le habían roto su muñeca preferida y de que ésta tenía frío. San Martín se levantó, sacó del cajón de un mueble una medalla de la pendía una cinta amarilla y, dándosela a la nieta, le dijo: - Toma, ponle esto a tu muñeca para que se le quite el frío. La niña dejó de llorar y salió de la habitación. Un rato después entró la hija del prócer, madre de Merceditas, y dijo a San Martín: - Padre, ¿no se ha fijado usted en lo que le dio a la niña? Es la condecoración que el gobierno de España dio a usted cuando vencieron a los franceses en Bailén. San Martín sonrió con aire bonachón y replicó. - ¿Y qué? ¿Cuál es el valor de todas las cintas y condecoraciones si no alcanzan a detener las lágrimas de un niño?

San Martín carpintero y jardinero

Era muy buen carpintero y ebanista. Esto lo practicó durante su exilio. Fabricaba mueblecitos para las muñecas de sus nietas a quienes dejaba llamarlo “el cosaco” por un gorro que usaba cuando trabajaba.
También practicó jardinería y horticultura en su casa de Grand Bourg, muy cerca de París, por entonces una zona casi campestre. Allí se dedicaba junto a sus nietas al cultivo de flores, plantas y hortalizas que abastecían a la familia. Estaba muy atento a la llegada de la primavera luego de los hostiles inviernos parisinos, temiendo por la suerte de sus cultivos.

Más datos sobre nuestro prócer

Su comida preferida era el asado, que casi siempre comía con un sólo cubierto: el cuchillo. Era muy hábil en comer así. Solía morder un pedazo de carne, y como los paisanos, cortaba el sobrante con un cuchillo afilado. ¡Había quienes se maravillaban que no se cortara la nariz!
No le gustaba el mate. Pero era un apasionado del café. Y como era muy "pillo", conocedor íntimo del alma del soldado, para no "desairar" a sus muchachos, tomaba café con mate y bombilla.
Conocía mucho de vinos. Y podía reconocer su origen con sólo saborearlo.
Era un empedernido fumador de tabaco negro, que el mismo picaba, para luego prepararse sus cigarros.
Era muy buen jugador de ajedrez, y realmente era muy difícil ganarle.
Se remendaba su propia ropa. Era habitual verlo sentado con aguja e hilo, cosiendo sus botones flojos o remendando un desgarro de su capote, el cual, abundaba de ellos.
Usaba sus botas hasta casi dejarlas inservibles. Más de una vez las mandaba a algún zapatero remendón, para que les hagan taco y suela nuevos.
Predicaba con el ejemplo. El mismo enseñaba el manejo de cada una de las armas, como lo atestiguan las melladuras del filo de su Corvo, inigualable instrumento de enseñanza de la esgrima. Y jamás, daba una orden a sus subordinados, que él mismo no pudiera cumplir.
Su palabra era santa, y para sus hombres era ley.
Era muy buen pintor de marinas. Él mismo decía que si no se hubiera dedicado a la milicia, bien podría haberse ganado la vida pintando cuadros.
Era muy buen guitarrista, habiendo estudiado en España con uno de los mejores maestros de su época.
Hablaba inglés, francés, italiano, y obviamente español, con un pronunciado acento andaluz.
Tenía la costumbre de aparecerse por el rancho, y pedirle al cocinero que le diera de probar la comida que luego comería la tropa. Quería saber si era buena la comida de sus muchachos. Y allí mismo, en la cocina, la comía de parado. Luego de comer, dormía una siesta corta, de no más de una hora, para luego levantarse y volver al trabajo.
Aquella famosa frase Sanmartiniana que dice: "De lo que mis Granaderos son capaces, sólo lo sé yo. Quién los iguale habrá, quién los exceda, no", originalmente era "De lo que mis muchachos son capaces...".
En Campaña, era el último en acostarse, después de cerciorarse que todos los puestos de guardia estuviesen cubiertos, y el resto de la tropa descansando. Y para cuando empezaba a clarear el sol en el horizonte, hacía rato que el General contemplaba el alba.
Fuente: “La voz del Gran Jefe”, Felipe Pigna EL SAN MARTÍN QUE NO CONOCEMOS.
Texto de Adrián Santos


Los videos se pueden observar en los siguientes links: